lunes, 10 de marzo de 2014

Aquellos maravillosos años

Buenas a todos, hoy actualizo el blog no para dejaros un relato, aunque ahora mismo estoy trabajando en dos al mismo tiempo. La entrada de hoy es para hablaros un poco de mi experiencia este fin de semana. Un buen amigo ha cumplido 29 años y estuve con él y algunos de sus amigos en su fiesta de cumpleaños en su casa.
No destacare mucho en los detalles de la fiesta puesto que fue una pequeña reunión privada y personal entre amigos pero si diré que por fin tras muchos meses de arduo esfuerzo y trabajo por su parte, pudo estrenar la recreativa en la que ha estado trabajando durante meses y montando pieza a pieza. Y finalmente la estrenamos con el conocidísimo “Metal Slug” juego árcade de los años 90 creado por la compañía SNK y que fue tan popular en máquinas recreativas de aquellos años 90 y los niños y no tan niños se dejaban sus dineros.
Solo puedo describir la experiencia `los pocos minutos´ que estuve machacando botones con la mano derecha y matando hasta el último malo, como algo increíble y brutal. Volví a sentir esa sensación que sólo me transmitían aquellos juegos de la época de los 8 y 16 bits. Y que ningún juego de estos días logra y dudo que logre transmitirme, por mucha Playstation 4 o Xbox One que haya ahora. Nada como aquellas consolas de los años 80 y 90. Que hoy en día me siguen pareciendo tan fascinantes y adictivas.
Sin duda fue muy gracioso perder y perder vidas y continúes mientras avanzábamos paso a paso y tener que pulsar muchas veces el botón que daba créditos (como si echaras monedas) solo para pasarnos un par de niveles. Lo cual me hizo recordar mi época de niño donde me dejaba muchas monedas de 25 de  las antiguas pesetas en juegos como Metal Slug, Art of Fighitng o el clásico Pang.
Me reafirmo nuevamente en mis pensamientos de los años 80 y  90 siempre serán las mejores décadas en todos los aspectos. Quizá no había tanta tecnología puntera como ahora pero no estábamos con el cerebro comido por los móviles y las redes sociales como lo estamos ahora e incluso la generación de niños era mucho más educada y respetuosa que la de hoy en día. En fin solo decir que viva lo retro y que la gente que vivimos aquellos años, nunca los olvidemos.

A falta de tarta con velas para que el cumpleañero soplara y pidiera un deseo se improvisó una solución rápida. Y solo dejaros una última foto que tome de manera tonta de la recreativa mientras la estábamos usando.

Espero no haber aburrido a nadie con esta pequeña anécdota y para despedirme solo deciros que espero esta misma semana poder publicar una nueva entrada con un relato algo especial inspirado en la obra "De Madrid al Zielo" de Alfonso Zamora Llorente a quien le debo mucho por su apoyo para que yo escribiera de manera más seria y profesional.

Un saludo y hasta pronto.


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